
Había una vez un niño que le encantaba pasar mucho tiempo arriba de los árboles, tanto que sin darse cuenta, su cuerpo empezaba a ser parte de los mismos árboles, pero eso a él eso no le asustaba. Sobre su cuerpo comenzaba a brotar muchas ramas y dentro de ellas, muchas hojas.
La gente que lo conocía, comenzó a llamarle como el «niño hojas». Vio muchas veces el alba y el ocaso. Aves que se posaban sobre sobre sus brazos, viento que lo mecía. Cuando el niño estaba muy feliz, regalaba frutos; cuando estaba triste perdía su color verde y cuando estaba inspirado se ponía a dibujar. Trazos iban y venían sobre las hojas. Dicen que quien ama realmente la vida, puede descifrar los mensajes ocultos en cada hoja del árbol, pero ¡ojo! éstas deben estar secas, sino arrancarás los sueños del niño y todos tenemos derecho a soñar mientras vivimos.
Niño hojas goza con la lluvia, con el agua, es vida para seguir dibujando y regalando historias a los amantes de la vida.
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Está chulo 🙂
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