Cuento

Tuve un sueño… Cap. lll

Imagen de mick347 l Deviantart
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Nadie sabía exactamente lo que había sucedido en aquel baño de mujeres. El cuerpo inerte de aquel hombre permanecía en el suelo. La leve cortada en el cuello indicaba que había sido degollado, pero lo interesante era la ‘firma’ de su autor, pues dentro de la boca tenía unas extrañas semillas.

Desperté. Seguía frente al árbol y mis rodillas sostenían el miedo de aquel día en la escuela. Reaccioné desesperadamente y comencé a excavar la tierra con mis manos hasta dar con un objeto filoso que marcó ligeramente una cortada en la palma de mi mano derecha. No me importo. Saqué el cuchillo y me puse de pie. Caminé hacia el hombre atado de cabeza en la rama del árbol.

Tenía un cuchillo en mis manos ¡nunca he herido a nadie, ni mucho menos matar a un humano! Mi preocupación era ser atrapada. Pasaría muchos años en la cárcel, pero al parecer mi defensor de capa negra tenía experiencia en desaparecer personas sin ser capturado.

Seguía pensando, esta era mi oportunidad de librarme de un pasado doloroso o dejarlo huir. De todas formas con lo cobarde que el victimario era, seguramente no hubiera asomado nunca más. La mordaza impedía que mi persecutor gritara, puesto que comenzó a cobrar conciencia. Sus ojos parecían saltar. A pesar de que él invocara a la muerte tantas veces, era notable su temor.

Literalmente esto era matar un viejo amor. Nadie me dijo que desobedecer las reglas pudiera convertirme en otra persona. Pero no podía negar mi verdadero yo. Cuando dije que quería matarlo cuando me engañó, lo decía de verdad y no era una exageración.

Si seguía analizándome, quizás terminaría por arrepentirme y comenzaba a sentir el dolor de la cortada de mi mano. Tomé el cuchillo con mis dos manos, me puse frente al cuerpo de cabeza y lo clavé en su estómago haciendo una gran incisión, cual vaca a punto de ser destazada por su amo. Sus intestinos llenos se vinieron abajo con el movimiento impetuoso de un hombre luchando por vivir.

Un instante después, su cuerpo muerto se balanceaba únicamente por el movimiento de las ramas. Tomé algunas semillas del árbol, quité la mordaza  y las puse en su boca.

El hombre de capa negra se acercó nuevamente a mi luego de ser testigo de mi crimen. Tomó mi mano herida para recoger con sus dedos algo de mi sangre, pintó mis labios con ella y me dio un beso. ¿Quién era este hombre de capa negra?

Continuará…

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